
Desde que retomó las riendas de la Casa Blanca en enero, Donald Trump aceleró su cruzada por restituir la hegemonía global de Estados Unidos. Ahora, la inteligencia artificial se convirtió en la piedra angular de esa ambición. Este miércoles, el mandatario anunció oficialmente su estrategia nacional para el desarrollo de la IA, un paquete que incluye desregulación, respaldo a Silicon Valley y control discursivo sobre los modelos utilizados por el Estado.
El discurso, transmitido en horario central desde la Casa Blanca, apuntó directamente a reforzar la infraestructura tecnológica, atraer inversiones y consolidar un estándar global de IA “fiel a los valores estadounidenses”. Trump sostuvo que la iniciativa busca recuperar el terreno perdido frente a China y evitar que, en sus palabras, “las máquinas hablen con ideas de izquierda”.
Silicon Valley a rienda suelta
Uno de los pilares del plan es reducir al mínimo las restricciones burocráticas sobre el desarrollo de hardware y software. “Queremos menos obstáculos para nuestros innovadores. Hay que dejarlos crear sin que Washington se interponga”, declaró Trump ante un auditorio repleto de empresarios del sector tecnológico. La propuesta contempla además beneficios fiscales, licencias rápidas y fondos para investigación estratégica, con foco en defensa y seguridad.
El gobierno también impulsa el megaproyecto Stargate, una red de centros de procesamiento e innovación distribuida en Texas, Florida y Pensilvania, con inversiones por más de USD 500 mil millones y el respaldo de magnates como Sam Altman, Larry Ellison y Elon Musk.
Modelos sin “sesgo” (ajeno)
El punto más controversial del anuncio fue la decisión de revisar los contenidos y los algoritmos utilizados en los modelos de lenguaje contratados por el Estado federal. La Casa Blanca confirmó que los proveedores deberán garantizar que sus sistemas estén “libres de sesgos ideológicos” y alineados con los “intereses y valores nacionales”.
La medida, leída como una avanzada del movimiento MAGA sobre el diseño narrativo de las IA, fue respaldada por sectores conservadores y cuestionada por organizaciones de derechos civiles, que advierten sobre el riesgo de censura y manipulación de datos.
Con el respaldo del Congreso y el Departamento de Defensa, el plan también prevé facilitar la exportación de tecnologías sensibles a aliados estratégicos como Israel, Corea del Sur y el Reino Unido. Además, busca bloquear cualquier vínculo entre desarrolladores estadounidenses y empresas chinas, en línea con la escalada de restricciones comerciales iniciadas en el primer mandato de Trump.
“El país que lidere la IA, liderará el siglo XXI. Y ese país tiene que ser Estados Unidos”, sentenció el presidente en el cierre de su discurso.
Críticas y alertas
Desde el sector académico y científico, las primeras reacciones fueron de preocupación. Expertos en ética tecnológica alertaron sobre la falta de controles en temas clave como privacidad, derechos digitales, sesgos algorítmicos y seguridad. “Una IA desregulada y sin límites éticos puede volverse un arma más que una herramienta”, advirtió un informe reciente de la Universidad de Stanford.