
El resultado electoral dejó al presidente Javier Milei ante su propio dilema: cómo sostener la voluntad de poder que lo llevó hasta la Casa Rosada y, al mismo tiempo, construir una estructura política duradera sin perder la impronta personalista que lo define.
El ascenso de Karina y la nueva geometría del poder
La reciente decisión de darle un papel más protagónico a Karina Milei, su hermana y principal aliada política, reconfigura el equilibrio interno del Gobierno. “El Jefe” —como la llaman en los pasillos oficiales— concentra más decisiones, más gestión y más capacidad de veto.
Sin embargo, ese movimiento no despeja las tensiones que se acumulan en el Gabinete. Al contrario: expone con crudeza las diferencias entre los funcionarios técnicos y los dirigentes que intentan darle densidad política al oficialismo.
El portazo de Francos y la reunión que no fue
La salida de Guillermo Francos de la Jefatura de Gabinete fue el desenlace de una relación que venía resquebrajándose. Su ausencia en una reunión clave con gobernadores —que terminó en desencuentro y reproches— fue apenas la chispa final.
El episodio dejó en evidencia el vacío político que enfrenta el Presidente: la dificultad para articular su proyecto con los mandatarios provinciales y la falta de una red de contención institucional que amortigüe los costos de las decisiones más duras.
La guerra que se avecina con la CGT
En paralelo, el Gobierno prepara una nueva embestida contra la CGT, en el marco de la prometida “renovación sindical”. Desde la Casa Rosada aseguran que no habrá margen para “estructuras del pasado”, mientras los gremios se reorganizan para defender su poder de negociación.
El escenario anticipa un conflicto prolongado, donde Milei buscará convertir la pelea con los sindicatos en una bandera de su cruzada reformista.
El peronismo roto y el vacío opositor
Mientras tanto, el peronismo intenta digerir la derrota y reconfigurarse en un escenario inédito. Las divisiones internas y la falta de liderazgos claros dificultan cualquier intento de rearmado a corto plazo. En ese contexto, el oficialismo se mueve con ventaja, aunque sin red de seguridad.
Entre el plebiscito y la construcción
Milei enfrenta ahora su prueba más compleja: gobernar sin plebiscitarse en cada gesto. La elección le dio aire, pero también lo obliga a definir si su proyecto será una experiencia de liderazgo solitario o el inicio de una fuerza política con vocación de permanencia.