
El acto de desbloquear el teléfono móvil se ha instalado como un reflejo cotidiano en la mayoría de las personas. Aunque, desde hace años, muchas voces repetían que consultar el celular de forma compulsiva solo provocaba distracción o pérdida de tiempo, la ciencia ha demostrado que este hábito está modificando el cerebro y la memoria.
Un estudio publicado por The Washington Post, dio a conocer que estos dos aspectos están transformándose y se ven directamente afectados por cómo y con qué frecuencia usamos estos dispositivos.
Cómo el uso del celular está afectando la memoria humana
Investigaciones de la Singapore Management University han demostrado que la repetida acción de desbloquear la pantalla fragmenta la atención y dificulta la consolidación de recuerdos.
El cerebro humano, ante cada interrupción para revisar el teléfono, entra en un proceso conocido como “cambio de tarea”, donde se ve obligado a alternar entre actividades de forma constante. Este estado, lejos de favorecer la productividad, recorta la capacidad de concentración y reduce la profundidad cognitiva.
Un dato extraído de la minería de datos puso un límite de riesgo concreto: superar los 110 desbloqueos diarios convierte a un usuario en un caso de “alto riesgo” de adicción digital.
La mayoría de las personas subestima notoriamente la frecuencia con la que prende la pantalla. Si bien muchos usuarios afirman que consultan su teléfono solo unas 10 veces al día, las apps revelan que pueden llegar a más de 300 interacciones diarias.
La neurociencia muestra que estos hábitos de revisión compulsiva no se quedan en la superficie del comportamiento, sino que están reconfigurando la manera en que el cerebro procesa la información y las recompensas.
Anna Lembke, psiquiatra y experta en adicciones, explica que los teléfonos activan en el cerebro humano las mismas vías de recompensa que las drogas o el alcohol: cada notificación, mensaje o simple interacción libera pequeñas dosis de dopamina.
Esta descarga química refuerza el circuito neurálgico del hábito, generando una compulsión automática por revisar el dispositivo y experimentar síntomas de abstinencia cuando no se puede acceder a él.
Además, estudios de resonancia magnética han observado que, tras periodos de abstinencia relativamente cortos (por ejemplo, solo 72 horas sin teléfono), las regiones cerebrales vinculadas al deseo y la recompensa muestran una actividad alterada similar a los patrones identificados en otras adicciones conductuales.
Aunque los usuarios no reportan necesariamente un incremento en la ansiedad de manera consciente, el cerebro sí responde fisiológicamente a la ausencia del estímulo digital.
Así es cómo la multitarea impacta en la memoria
El fenómeno de la multitarea, impulsado por la revisión constante del celular, incide en la eficiencia con la que realizamos cualquier actividad. Gerald M. Weinberg, científico informático, ya había advertido hace décadas que pasar de una tarea a otra reduce la productividad hasta en un 80%.
Cada vez que una persona interrumpe su labor para atender el teléfono, la mente necesita varios minutos para recuperar el foco total. Gloria Mark, investigadora en informática, observó que pueden pasar hasta 25 minutos tras la distracción antes de restablecer el nivel previo de concentración.
Este vaivén de tareas afecta directamente la memoria de trabajo y la consolidación de nuevos recuerdos. El cerebro humano, al quedar en una especie de “estado de cambio de tarea” permanente, llega a perder la capacidad de sostener la atención y de almacenar de forma eficiente la información reciente.
Cuáles son las consecuencias cotidianas y laborales
En la vida diaria y el entorno profesional, el impacto de la compulsión tecnológica resulta palpable. Más de la mitad de los encuestados por YouGov, en Estados Unidos, admitió consultar su teléfono varias veces durante comidas o reuniones sociales.
El uso del móvil en entornos de trabajo también evidencia consecuencias negativas: uno de cada cuatro participantes en una reunión de 30 minutos revisa su dispositivo al menos una vez, lo que compromete el ritmo de colaboración y la productividad general del equipo.
Los síntomas de abstinencia, documentados en estudios de la Universidad de Heidelberg, comienzan a manifestarse en la actividad cerebral tras solo tres días de restricción tecnológica, reflejando patrones parecidos a los observados en dependencias químicas.
Cómo recuperar el control y evitar estos hábitos
Ante este escenario, los expertos proponen estrategias para reducir la dependencia. Entre las recomendaciones se encuentran desactivar las notificaciones, eliminar aplicaciones innecesarias, modificar la pantalla a escala de grises y, en ocasiones, apagar el dispositivo por completo o dejarlo en casa por periodos definidos. Breves lapsos de desconexión consciente pueden reorganizar la rutina y disminuir la compulsión.
Los especialistas insisten en que recuperar la memoria y la capacidad de concentración no pasa únicamente por usar menos el teléfono, sino por identificar y desactivar los automatismos que educan al cerebro para la distracción continua.