
Un buen padre enseña, guía y acompaña. En ese rol se mueve Diego Placente, conductor de esta camada de jóvenes que crece con paso firme en el Mundial Sub 20. Su equipo refleja una identidad clara: talento, compromiso y una madurez poco común en juveniles. Y esa fórmula volvió a dar resultado: Argentina derrotó a México y se clasificó a semifinales después de 18 años.
La última vez que la Albiceleste había llegado a esta instancia fue en Canadá 2007, cuando terminó levantando el trofeo. Hoy, la ilusión vuelve a encenderse. El miércoles, desde las 20, enfrentará a Colombia en busca de un lugar en la gran final, aunque ya tiene asegurado, al menos, el partido por el tercer puesto.
Ante México, el conjunto nacional mostró una versión completa. Fue ofensivo cuando debió ser protagonista, pero también sólido y paciente cuando el trámite lo exigió. Con goles de Maher Carrizo, tras un rebote que aprovechó con oportunismo, y Mateo Silvetti, que definió con potencia tras una gran jugada de Villalba, Argentina firmó un 2-0 que consolida su evolución en el torneo.
La Selección acumula tres victorias consecutivas sin recibir goles, un dato que evidencia equilibrio entre ataque y defensa. Placente, heredero directo de la escuela de José Néstor Pekerman, moldeó un equipo con sentido colectivo, donde todos cumplen un rol y la solidaridad se impone sobre la individualidad.
Sin figuras como Mastantuono, Echeverri, Carboni o Ruberto, el técnico construyó un grupo que se sostiene en el esfuerzo compartido. En lo que va del certamen, seis jugadores distintos marcaron goles, una muestra de funcionamiento coral.
Argentina tiene argumentos para soñar. Por su fútbol, por su entrega y por ese aire de familia que transmite en cada partido. La Generación Placente ya está escribiendo su propia historia.