
A esta altura, en el Ministerio de Economía el plan tiene nombre y apellido: aguantar como sea. Con el calendario marcando la cuenta regresiva hacia el 26 de octubre, Luis “Toto” Caputo y su equipo se preparan para jugar el partido más difícil, defender el dólar como si fuera un 0-0 agónico en la final del mundo.
La estrategia es clara: vender lo justo, intervenir en futuros, ofrecer bonos atados al tipo de cambio y negociar —con el Tesoro de EE.UU. y el FMI— hasta el último centavo que permita evitar un cimbronazo cambiario antes de las legislativas. “Colgarse del travesaño”, como dicen en la jerga futbolera, para que el marcador no se mueva hasta que suene el silbato electoral.
El operativo desgaste
La tensión no da respiro. Las presiones sobre el Banco Central y el deterioro de la actividad vienen acumulándose desde agosto, y cada día cuesta más sostener el equilibrio. En apenas cuatro jornadas, el Tesoro quemó USD 1.000 millones para contener al dólar, aunque logró bajar el ritmo a unos USD 200 millones diarios.
Las reservas, en tanto, siguen siendo el “último bastión” —intocables porque pertenecen al FMI— mientras que el Gobierno apuesta a que el mercado crea en el salvataje que prometió Donald Trump. El mecanismo, sin embargo, no sería un cheque en blanco, sino un swap de monedas por USD 20.000 millones, disponible pero no líquido: un recordatorio de que a veces el truco no está en gastar, sino en convencer.
Las cartas sobre la mesa
Con el riesgo país aún por encima de los 1.100 puntos, el desafío no es solo financiero, sino político. En Washington, Caputo negocia con el economista Scott Bessent la hoja de ruta de la ayuda estadounidense. Si el mercado cree en la existencia del respaldo, el dólar podría calmarse y los bonos recuperar terreno. Si no, el escenario podría volverse imprevisible.
El arsenal todavía tiene munición:
- USD 1.500 millones más para intervenir hasta las elecciones.
- USD 7.000 millones en bonos indexados.
- USD 14.000 millones del FMI “que no se tocan”.
- USD 8.000 millones en posiciones abiertas en futuros.
Todo depende del 26
Al final, más que de la economía, el desenlace depende de las urnas. Si el resultado muestra un “empate técnico” entre La Libertad Avanza y el kirchnerismo, el mercado respirará aliviado, el dólar saldrá de las bandas de manera ordenada y los bonos podrían repuntar con fuerza.
Pero una derrota por más de cinco puntos podría abrir la puerta a un escenario negro: salida caótica del cepo, salto brusco del tipo de cambio e incluso un regreso del fantasma de la dolarización.
Así, los próximos 14 días serán una pulseada entre política y economía, en la que cada medida apunta a ganar tiempo y cada declaración busca calmar nervios. Porque en esta recta final, el Gobierno sabe que su única misión es sobrevivir… y esperar que el 26 de octubre el silbato final no lo encuentre con el dólar desbocado.