
El esperado cruce por los octavos de final de la Copa Sudamericana entre Independiente y Universidad de Chile terminó en un verdadero escándalo. Lo que debía ser una fiesta continental en el estadio Libertadores de América-Ricardo Enrique Bochini se convirtió en una velada marcada por la violencia, el caos y una decisión histórica: la Conmebol resolvió cancelar —y no suspender— el encuentro por la imposibilidad de garantizar la seguridad.
La tensión comenzó en la tribuna visitante, donde hinchas chilenos arrojaron proyectiles, bombas de estruendo y causaron destrozos en baños y sectores internos del estadio. Pese a la presencia de más de 650 policías y 150 agentes privados, la situación se desbordó. El punto más crítico ocurrió cuando integrantes de la barra de Independiente ingresaron a la tribuna rival, generando corridas, enfrentamientos cuerpo a cuerpo y escenas de desesperación que fueron captadas en videos y celulares.
Con el partido en curso, el árbitro Gustavo Tejera detuvo la acción a los 4 minutos del segundo tiempo mientras en las tribunas se multiplicaban las agresiones y hasta se registraba la caída de un simpatizante desde gran altura. Tras una hora de incertidumbre y deliberaciones entre autoridades, fuerzas de seguridad y la propia Confederación Sudamericana de Fútbol, se confirmó lo que hasta ese momento parecía impensado: la cancelación definitiva del partido.
El comunicado de la Conmebol
En un mensaje oficial, la Dirección de Competiciones y Operaciones informó:
“En función a la falta de garantías de seguridad por parte del club local y de las autoridades locales, el partido entre Independiente y Universidad de Chile queda cancelado. El caso será derivado a los órganos judiciales de la CONMEBOL para futuras determinaciones”.
El texto remarcó además que no se trató de una suspensión provisoria, sino de la anulación del encuentro, lo que abre un escenario incierto respecto al resultado deportivo y a las sanciones disciplinarias.
Lo que viene: reglamento y posibles sanciones
La Confederación ya inició un expediente que incluirá la revisión de videos, los informes de la policía y las presentaciones de ambos clubes. Entre las medidas que evalúa el organismo con sede en Asunción figuran la repetición del partido en una sede neutral —cuyos costos correrían por cuenta de los responsables—, la declaración de nulidad del resultado o incluso sanciones más severas, como la quita de puntos o la eliminación directa.
El caso se agrava porque la Universidad de Chile había recibido recientemente un apercibimiento por desmanes en competencias internacionales, lo que podría ser tenido en cuenta por la Comisión Disciplinaria.
El impacto inmediato
La cancelación del encuentro no solo representa un hecho inédito en la Copa Sudamericana, sino que deja en evidencia la fragilidad de los operativos de seguridad en partidos internacionales de alta tensión. Los hinchas visitantes fueron evacuados en medio de corridas y golpes, mientras en las calles de Avellaneda persistían los disturbios.
El fútbol sudamericano volvió a mostrar su peor cara: violencia, barras descontroladas, falta de garantías y la mancha de un torneo que debía resaltar lo deportivo pero terminó empañado por el caos. Ahora, todo quedará en manos de la Conmebol y de la decisión que adopte en los próximos días sobre el futuro del cruce.