
El cierre del ciclo de vida de Windows 10 ha generado un cambio inesperado en el panorama de los sistemas operativos. Con el fin del soporte oficial por parte de Microsoft, millones de computadoras en todo el mundo han quedado sin actualizaciones de seguridad, empujando a los usuarios a buscar alternativas más seguras y sostenibles.
Lo que ha sorprendido a analistas y entusiastas es que la mayoría de esos usuarios no están migrando a Windows 11, sino a Linux, un movimiento que marca un punto de inflexión en la adopción del software libre. La comunidad tecnológica ya lo califica como uno de los mayores desplazamientos de usuarios de Microsoft hacia plataformas abiertas en la última década.
Entre las distintas opciones disponibles, una distribución se ha robado toda la atención: Zorin OS 18, un sistema basado en Linux que promete ofrecer una experiencia familiar, estable y visualmente similar a Windows y macOS, facilitando la transición para nuevos usuarios.
Zorin OS 18: la puerta de entrada a Linux
El lanzamiento de Zorin OS 18 coincidió casi en paralelo con el fin del soporte de Windows 10, y su impacto fue inmediato. En apenas 48 horas, la distribución superó las 200.000 descargas, y más del 70% de esas instalaciones provinieron de equipos que antes ejecutaban Windows, según cifras de la propia compañía desarrolladora.
Una de las razones de su éxito radica en la posibilidad de personalizar la interfaz gráfica para que imite el aspecto de Windows 7, 10 o 11, e incluso de macOS, lo que reduce la curva de aprendizaje para quienes prueban Linux por primera vez. Esta flexibilidad ha sido uno de los principales argumentos que explican su rápida adopción.
Zorin OS también integra la tecnología Wine 10, que permite ejecutar aplicaciones diseñadas para Windows de manera nativa dentro del entorno Linux. Esta compatibilidad elimina una de las principales barreras históricas del sistema libre: la imposibilidad de usar software propietario, como Microsoft Office o Adobe Photoshop, sin complicaciones adicionales.
Seguridad y rendimiento sin pagar de más
Mientras tanto, quienes decidan permanecer en Windows 10 enfrentarán un escenario más incierto. Con la finalización del soporte oficial, el sistema operativo ya no recibirá parches de seguridad, lo que lo hace vulnerable a ataques y nuevas amenazas cibernéticas.
Microsoft ha puesto a disposición un programa de Extended Security Updates (ESU) que extiende la protección por un año adicional, pero con un costo extra, lo que muchos usuarios domésticos no están dispuestos a pagar. En contraste, Linux ofrece actualizaciones de seguridad gratuitas y continuas, además de una amplia comunidad que mantiene el software activo y optimizado.
Otro punto a favor del salto hacia Linux es su eficiencia en equipos antiguos. Distribuciones como Zorin OS pueden ejecutarse sin problemas en computadoras con varios años de antigüedad, mientras que Windows 11 exige requisitos de hardware más estrictos, como el chip TPM 2.0 y procesadores modernos. Esto deja fuera a una parte importante de la base de usuarios actual de Microsoft.
Un cambio cultural en el ecosistema tecnológico
El fin de Windows 10 no solo marca el cierre de una era, sino también el inicio de una transformación en los hábitos digitales. Lo que antes parecía una transición imposible —migrar de un sistema propietario a uno libre— hoy se percibe como una alternativa viable para millones de usuarios.
Para los defensores del software libre, este momento representa una oportunidad histórica para consolidar el lugar de Linux en el escritorio. Y aunque Windows 11 seguirá dominando el mercado corporativo y profesional, el crecimiento de distribuciones accesibles como Zorin OS 18 demuestra que los usuarios domésticos están dispuestos a explorar nuevas opciones.
En un contexto donde la privacidad, el control y la independencia tecnológica ganan importancia, Linux se presenta no solo como una alternativa técnica, sino también como una declaración de autonomía digital. El cierre del soporte de Windows 10 podría, en retrospectiva, convertirse en el impulso que necesitaba el ecosistema abierto para dar un paso al frente.