
El impacto de la educación en los primeros años de vida puede marcar trayectorias exitosas, como lo demuestra la historia de Jeff Bezos, quien asistió a una escuela Montessori durante su infancia, una experiencia que él mismo describió como “muy formativa”.
Este método educativo, basado en la autonomía y la exploración, ha sido señalado por varios estudios como un factor determinante en el desarrollo de habilidades cognitivas, sociales y emocionales, así como en la capacidad de innovación.
Cómo fue la infancia de Jeff Bezos
Nacido en 1964 en Albuquerque, Jeffrey Preston Jorgensen —nombre con el que fue registrado— vivió una infancia marcada por circunstancias poco convencionales. Su madre, de 17 años, trabajaba durante el día y estudiaba por las noches, mientras criaba sola a su hijo. El padre biológico de Bezos no supo de su existencia hasta 2012.
Posteriormente, el niño adoptó el apellido de su padre adoptivo, Bezos. A los dos años y medio, comenzó a asistir a una escuela Montessori, un hecho que, según sus propias palabras en una entrevista con Montessori Life en 2000, resultó fundamental para su desarrollo.
“Ha sido una experiencia muy formativa, que me permitió ser capaz de ir a esas clases, en ese ambiente y muy estimulada a una edad temprana. Intuitivamente, imagino que es bueno para los niños”.
Durante su niñez, Bezos mostró un interés excepcional por el espacio, construyó un taller de experimentos en el garaje de su casa y, en la adolescencia, devoraba libros sin descanso. A los 30 años, fundó una librería en línea que se transformaría en Amazon, hoy una de las empresas más grandes del mundo.
En qué consiste el método que hizo exitoso a Jeff Bezos
El método Montessori, creado a principios del siglo XX por la pedagoga italiana María Montessori, propuso un cambio radical en la educación infantil. En lugar de considerar a los niños como simples receptores de conocimiento, Montessori defendía la idea de que debían ser sujetos autónomos, capaces de satisfacer su curiosidad en entornos libres y estimulantes.
Esta aproximación, respaldada por decenas de investigaciones, fomenta la neuroplasticidad, es decir, la capacidad del cerebro en desarrollo para establecer nuevas conexiones neuronales.
Asimismo, las escuelas Montessori se caracterizan por ofrecer ambientes ricos en estímulos, donde los niños pueden aprender a partir de sus propios intereses. Está comprobado que el cerebro responde mejor a la satisfacción de completar tareas elegidas por uno mismo que a las impuestas, lo que favorece el autocontrol y la autodidaxia.
En muchos casos, los alumnos de este sistema llegan a aprender a leer de manera autónoma. María Montessori observó que el interés por ciertas actividades varía y que existen “períodos sensibles”, ventanas de oportunidad en las que el aprendizaje se potencia. Adaptar el ritmo educativo a cada niño permite aprovechar estos momentos clave.
Cómo Jeff Bezos le sacó provecho a este método educativo
La elección por parte de los padres de Bezos no respondió a un plan deliberado para formar a un futuro empresario, sino a la búsqueda de un ambiente donde el bienestar infantil fuera prioritario.
Un estudio realizado en 2021, que analizó a más de 1.900 personas de entre 18 y 81 años, arrojó que quienes habían asistido al menos dos años a una escuela Montessori presentaban mayores niveles de bienestar, compromiso, estabilidad social y autoconfianza en la adultez.
El método enfatiza la repetición y el trabajo manual, porque según el concepto educativo, las manos son “el instrumento de la inteligencia”.
El aprendizaje práctico refuerza las conexiones cerebrales, como recordó Bezos al describir su infancia: “Tengo imágenes nítidas de trazar letras en papel de lija. Recuerdo tener una pequeña tabla para practicar atarse los cordones”.