
Martín Llaryora tenía en carpeta un recambio de gabinete para cerrar el año, pero el sacudón electoral de octubre aceleró todos los tiempos. La irrupción del voto libertario encendió las alarmas y obligó al gobernador a recalibrar su maquinaria interna con un objetivo central: llegar a 2027 con un equipo más político, más territorial y más preparado para una campaña que ya empezó.
Aunque puertas adentro transmite calma, en el Panal nadie se atreve a dar nada por cerrado. Llaryora insiste en que no habrá más movimientos, pero quienes trabajan a su lado saben que su gestión funciona en modo “día a día”. Si un ministerio necesita aire fresco, la decisión llegará antes de marzo. Lo único firme: al final del verano el gabinete deberá estar totalmente reseteado.
Dos cambios que marcan el rumbo
Los primeros movimientos dibujan con claridad el nuevo mapa interno. La llegada de Miguel Siciliano, a cargo del flamante Ministerio de Vinculación y Gestión Institucional, marca un giro directo hacia la política de calle, el territorio y la cercanía con los vecinos. La salida de Pedro Dellarossa deja a Sergio Busso al frente de un megaministerio que concentrará agro, industria y ciencia y tecnología, un rediseño que revela la apuesta por un interlocutor confiable con sectores claves de la economía provincial.
Pero más relevante que los nombres es el espíritu del rearmado: un gabinete con músculo político, alineado con el reciente cambio discursivo del gobernador.
Los ministerios que importan
En el Centro Cívico nadie lo dice abiertamente, pero hoy los dos ministerios de mayor peso político son:
- Gobierno, con Manuel Calvo, un operador fino en el vínculo con los intendentes.
- Vinculación, con Siciliano, cuya misión será reforzar la presencia provincial en la Capital y articular con la gestión de Daniel Passerini.
A ellos se suman otras piezas clave:
- Gustavo Brandán desde Cooperativas, con influencia directa sobre organizaciones intermedias del interior profundo.
- David Consalvi, secretario General, el engranaje silencioso por donde pasa la administración entera.
- Guillermo Acosta, guardian de la caja y pilar técnico del esquema económico.
Un círculo chico y un proyecto grande
La mesa chica —Acosta, Calvo, Pastore, Siciliano y Brandán— concentra el pulso de la gestión y del armado político. Llaryora busca sumar intendentes de todos los colores (radicales, PRO, vecinalistas) para ampliar su base con vistas a la disputa mayor que se viene.
A eso se suma un ministerio de Seguridad en tensión permanente, bajo la conducción de Juan Pablo Quinteros, y un Desarrollo Social en manos de Laura Jure, encargado de administrar planes sociales que serán determinantes en campaña.
El caso Busso: un histórico con poder ampliado
Sergio Busso ocupa un lugar particular. No es del riñón llaryorista, pero su ascendencia en el PJ y su vínculo histórico con el campo le dieron una posición estratégica. Ahora suma también industria y ciencia y tecnología, convirtiéndose en un puente clave con sectores productivos en un año que demandará gestión y política por partes iguales.