
Pasaron dieciocho años, casi una vida futbolística, desde la última vez que los juveniles argentinos llegaron a una final de Mundial Sub 20. Este miércoles, en el Estadio Nacional, los chicos celebraron al ritmo de la Cumbia de los Trapos, y la Albiceleste volvió a colgarse la ilusión de un título que no se disputaba desde Canadá 2007, con Agüero, Di María y Romero como protagonistas.
Crecer ante la adversidad
No fue sencillo. Colombia planteó un partido difícil, cerrado y táctico, que obligó a los argentinos a mostrar paciencia y madurez. A diferencia de los partidos anteriores, el gol que destrabó el encuentro llegó tarde, en el minuto 27 del segundo tiempo, cuando el nerviosismo se hacía sentir y la semifinal parecía encaminarse al empate.
Placente y la estrategia del momento
El DT Diego Placente volvió a mostrar su sello: flexibilidad y lectura del juego. Cambió posiciones, movió jugadores y ajustó la táctica. Tomás Pérez pasó al mediocampo, Prestianni se ubicó más central y se apostó a un doble delantero para superar la resistencia de la defensa colombiana. La fórmula funcionó: el equipo recuperó el ritmo y el control del partido.
Prestianni, que entró en la lista casi sobre la hora, brilló con velocidad y precisión, asistiendo a Mateo Silvetti, autor del gol que llevó a Argentina a la final.
Un equipo que se sostiene
Más allá de los destellos individuales, este equipo se destaca por su colectivo sólido:
- Villalba, central que combina marca y salida limpia.
- Milton Delgado, pivote que distribuye y protege la defensa.
- Santino Barbi, arquero que respondió en los momentos críticos.
La Sub 20 de Argentina es un conjunto compacto, unido, que ha aprendido partido tras partido, y que vuelve a colocar a la Argentina en el mapa de las juveniles mundialistas.
Después de 18 años, la Selección vuelve a una final de Mundial Sub 20. Y aunque el resultado aún está por decidirse, lo cierto es que estos jóvenes jugadores ya demostraron que son capaces de grandes cosas, con talento, trabajo en equipo y ambición.