
Instituto parecía tener todo servido para cerrar una tarde perfecta en su cumpleaños número 107. Dominó a Platense en el primer tiempo, gustó, y se encaminaba a sumar tres puntos vitales en casa. Sin embargo, el fútbol, imprevisible como siempre, le recordó que nada termina hasta el pitazo final.
En los minutos finales, una clara mano de Ignacio Schor dentro del área albirroja pasó desapercibida para árbitro, asistentes y VAR, quienes validaron un gol de Martínez que puso el empate 1-1. El golpe fue duro y dejó a la Gloria tambaleando, con una sensación de injusticia difícil de digerir. Apenas segundos después, Martínez volvió a marcar, pero esta vez el VAR anuló la jugada por fuera de juego, evitando un nocaut para Instituto.
La primera mitad fue una muestra de lo mejor que ha mostrado el equipo de Daniel Oldrá en mucho tiempo: presión alta, control del balón, y protagonismo absoluto. Puebla abrió el marcador tras una asistencia precisa de Romero, y las ocasiones claras se multiplicaron, incluyendo tres remates al palo que anticipaban un triunfo contundente.
Pero en el segundo tiempo, el guion cambió. Instituto cedió la iniciativa, bajó el ritmo y apostó a contraataques que nunca encontraron claridad. Los ingresos de Jhon Córdoba, Jonás Acevedo y Franco Díaz no lograron torcer la tendencia, y el desgaste terminó por pasar factura.
El empate final no solo dejó un sabor amargo para el club, sino también una bronca colectiva entre hinchas y jugadores, quienes vieron escaparse un triunfo casi seguro en una jornada tan especial.
Ahora, Instituto debe levantar la cabeza rápido. El próximo desafío será contra Unión de Santa Fe, en Alta Córdoba, donde los tres puntos serán una obligación para no perder pisada en la tabla y superar este traspié.
La historia recordará este partido como un día de emociones encontradas: la gloria a medio camino y la frustración que deja el fútbol cuando la justicia en la cancha se vuelve esquiva.