
Más allá de los porcentajes, los discursos de victoria o derrota, y los cruces por las bancas legislativas, el lunes posterior a las elecciones será el verdadero punto de partida. Porque lo que el mercado financiero espera no está en las urnas, sino en las palabras y gestos que vendrán después.
Javier Milei, que convirtió estas elecciones legislativas en una suerte de plebiscito sobre su gestión, llega al domingo con un equilibrio delicado: mantener la narrativa del cambio sin romper los puentes que necesita para gobernar.
La mirada más allá del resultado
Desde hace semanas, en la City porteña se instaló una idea: el resultado, por sí solo, no alcanza para mover el termómetro financiero. Lo que definirá el humor de los mercados es cómo se lee ese resultado.
Si el Presidente sale a celebrar con tono de revancha o confrontación, el mensaje se interpretará como un anticipo de conflicto político. Pero si aparece con moderación, reconociendo errores y tendiendo puentes, podría transformar una jornada electoral en una señal de estabilidad.
“La lectura política del lunes es clave. Lo que el mercado busca es continuidad, previsibilidad, y sobre todo, un gobierno que no vuelva a abrir dudas sobre la gobernabilidad”, explicó el economista Mariano Ricciardi, de BDI.
Milei y el equilibrio entre poder y discurso
El recuerdo de Mauricio Macri tras las PASO de 2019 todavía flota entre los analistas. La frase “esto es lo que pasa si gana el kirchnerismo” se convirtió en el ejemplo de lo que no hay que hacer. Por eso, el mensaje inmediato del Presidente —sea cual sea el resultado— será observado al milímetro.
En el entorno libertario aseguran que, gane o pierda, Milei buscará mostrarse “racional y previsible”. Pero las reacciones impulsivas del mandatario son parte de su identidad política, y ese contraste mantiene en alerta al mercado.
“Si vuelve a las descalificaciones al Congreso o a los gobernadores, será una mala señal. Si, en cambio, convoca al diálogo, el escenario cambia completamente”, remarcan desde una consultora internacional.
La política como variable económica
En las próximas horas también se esperan anuncios sobre cambios en el gabinete. Milei lo anticipó: habrá definiciones rápidas. Cada nombre que aparezca será leído como una señal de rumbo.
La reciente designación de Pablo Quirno en Cancillería, tras la salida de Gerardo Werthein, fue un ejemplo de cómo un movimiento político puede tener traducción inmediata en la lectura económica. Su perfil técnico y su buena sintonía con el PRO son interpretados como un gesto de profesionalización y apertura, algo que los inversores valoran.
Pero el punto central sigue siendo el mismo: los gobernadores. Sin ellos, el Congreso será un muro difícil de atravesar. Con ellos, Milei podría transformar su minoría legislativa en una base de poder más amplia.
“La elección del domingo definirá hasta qué punto el Presidente dependerá de la negociación territorial. No alcanza con los votos: necesita gobernabilidad”, señala un informe de PxQ, la consultora de Emmanuel Álvarez Agis.
Entre la lógica del mercado y la política real
Para Milei, el desafío no será solo conservar bancas, sino demostrar que su liderazgo personal puede transformarse en estructura política. Las reformas laborales, impositivas o del Estado que entusiasman a los inversores solo avanzarán si se teje una red de acuerdos.
En el fondo, los mercados no esperan un milagro económico. Esperan señales de estabilidad política. Un gesto de apertura, una frase medida, una convocatoria al diálogo. A veces, un cambio de tono vale más que un punto de inflación menos.
El lunes no será solo el día después de una elección: será el termómetro del poder real. Ese que no se mide en votos, sino en la capacidad de un gobierno de convertir los resultados en gobernabilidad.