
En el escenario de Despertar de Primavera, Tomás Wicz no interpreta simplemente un papel: se transforma. El joven actor, nacido en una familia ligada al arte, se sumerge en uno de los musicales más provocadores y emotivos del teatro contemporáneo. La obra, adaptación de la pieza alemana Frühlings Erwachen, explora los rincones más oscuros y reales del paso a la adultez: el deseo, la culpa, la rebeldía, el vacío existencial.
Wicz da vida a un adolescente atrapado entre la necesidad de expresar su verdad y los mandatos represivos del mundo adulto. Con una corporalidad potente y un abanico emocional que va del desconcierto a la furia, del amor a la desesperanza, su actuación se convierte en el eje emocional de una obra que no deja respiro.
“Cada función es una entrega. Uno se expone, física y emocionalmente. Pero lo más fuerte es saber que muchos jóvenes se ven reflejados en estas historias”, confesó el actor tras una de las funciones en el Teatro Opera.
La dirección, la puesta escénica y la música en vivo hacen de Despertar de Primavera una experiencia intensa y catártica. Pero es el trabajo actoral —especialmente el de Tomás Wicz— el que logra llevar al público por un viaje íntimo, doloroso y profundamente humano.
Con esta interpretación, el joven artista no solo confirma su talento, sino que abre una nueva etapa en su carrera, donde el compromiso escénico y el riesgo artístico marcan el rumbo.