
El Estadio Presidente Perón fue testigo de un final que pocos olvidarán. Racing Club, que dominaba con un tanto de Adrián Balboa, vio cómo su ventaja se esfumaba en cuestión de minutos frente a un Tigre implacable. La combinación de expulsiones, un penal sancionado tras revisión del VAR y goles rápidos provocó un desenlace caótico: 2-1 a favor de los visitantes.
El momento clave llegó a los 35 del segundo tiempo. Una acción en el área de Racing derivó en un penal revisado por el VAR, que sancionó la infracción de Gabriel Rojas sobre Ignacio Russo. Braian Chaco Martínez no falló y puso el empate, encendiendo la furia de Gustavo Costas, que gritó “¡ladrón!” y recibió la roja de inmediato. La tensión se trasladó a las tribunas, donde los hinchas acompañaron el reclamo del entrenador con cánticos en contra del arbitraje.
El desenlace llegó con el segundo gol de Tigre. Un contragolpe preciso permitió a Ignacio Russo conectar un cabezazo que selló la remontada visitante, dejando a Racing sin victoria en el Cilindro y con apenas cuatro puntos en el torneo.
El especialista arbitral Miguel Scime explicó que la sanción del penal fue correcta según la normativa: “Sujetar es infracción si el contacto dificulta el movimiento del adversario. Ese impedimento se verificó de manera inequívoca”. Sobre la reacción de Costas, agregó: “Sus gestos y protestas desmedidas generaron nerviosismo y desestabilizaron al equipo. Un entrenador debe transmitir estabilidad, no caos”.
Tigre, en cambio, aprovechó cada oportunidad y la inferioridad numérica del rival para sumar tres puntos vitales y escalar en la Zona A. Racing ahora deberá recomponerse rápidamente: el martes recibirá a Peñarol en la revancha de octavos de final de la Copa Libertadores y luego visitará a Argentinos Juniors en el torneo local, con la presión de dar vuelta la página tras una derrota que quedará marcada por la polémica y la intensidad de los últimos minutos.